Cuando vuelvo de la casa de una amiga recién mudada, con todo impecable, recorro la mia y me da ganas de tirar todo lo viejo y empezar de nuevo.
Empiezo a recorrer objeto por objeto y me lleno de recuerdos con cada uno. Los regalos de casamiento, los viajes, las cosas que formaron parte de nuestra familia. Y no me puedo deshacer de ninguno.
Para mi, los hogares son el reflejo de quienes somos, una extensión de nuestra personalidad.
Vamos juntando por la vida libros, muebles, recuerdos que forman parte de nosotros. Y así vamos decorando los espacios.
Así, vale mucho más la historia que nos une con las cosas, que la estética que pueda llegar a reflejar.
Qué más interesante y acogedor que aquellos lugares que reflejan los buenos momentos y transmiten un poco de quienes somos.